Hacia el campo

Fundada por el inmigrante británico John Molson en Montreal en 1786, Molson Coors, como se llama a la compañía desde 2005 cuando se fusionó con el gigante de la industria estadounidense Coors, es la fábrica de cerveza más antigua de América del Norte y durante mucho tiempo ha sido la más grande de Canadá. Reconstruída y ampliada después del gran incendio de Montreal en 1852, se mantuvo durante 237 años en 28 hectáreas de tierra en el distrito Centro-Sud, inmediatamente a orillas del río San Lorenzo. Este año la nueva cervecería se trasladó al lado opuesto del río, a Longueuil, donde cuenta con más de 140 hectáreas disponibles para futuros planes de expansión. El nuevo emplazamiento también ofrece fácil acceso a diversos servicios públicos e infraestructuras, que incluyen agua de la mejor calidad, carreteras, tuberías de gas natural y puertos.

Dos años antes, la planta de Molson Coors en British Columbia, la provincia más occidental de Canadá, tomó el mismo camino. La instalación de producción se trasladó de la metrópoli de Vancouver, donde la cervecería se había ubicado en 1953, a Chilliwack en el valle de Fraser, a unos 100 kilómetros al este. En 36 hectáreas de tierra, cinco veces el área disponible en el centro de la capital provincial, hay pocos límites para el crecimiento futuro. Inaugurada en septiembre de 2019, la planta se encuentra a tiro de piedra de la frontera norte de los Estados Unidos y tiene una conexión directa con la autopista Trans-Canadá. Esto significa que está perfectamente situada para abastecer de bebidas al oeste de Canadá y Estados Unidos. Las otras condiciones del sitio también son adecuadas: En la región agrícola, a solo 15 minutos de la planta, se cultiva el lúpulo, que contribuye al sabor de muchas de las cervezas que se elaboran aquí. Además, entre el río Fraser y las Cascades, existe una cadena montañosa que se extiende hasta California, el agua es de excelente calidad y pureza, indispensable para una cervecería.

Además, la tecnología de punta y un socio confiable en el que se puede confiar durante la instalación y la puesta en marcha, así como durante las operaciones en curso, son indispensables para un fabricante de bebidas que desea desarrollar capacidades de producción completamente nuevas a partir de una planta construida desde cero. Así que fue una buena decisión que, al decidirse por KHS, tuviera un socio a su lado en quien confiaba desde hacía mucho tiempo.

“Molson Coors y KHS han estado vinculados durante más de 100 años”, dice David Hamel, Gerente General de Operaciones en el nuevo emplazamiento de Chilliwack. Él mismo ha estado en la empresa “sólo” durante 18 años, pero en su ubicación anterior en Montreal todavía trabajaba en parte con equipos de las empresas predecesoras de KHS de la década de 1970. “Pude seguir con mis propios ojos el desarrollo técnico de las máquinas desde el pasado más lejano hasta las líneas de envasado y llenado ultramodernas actuales”. Y el hecho de que su empleador y un proveedor de alta tecnología puedan mirar hacia atrás en una historia tan larga es una declaración de confianza mutua.

Por lo tanto, es lógico que Molson Coors esté comprando tres líneas al proveedor del sistema de Dortmund para su proyecto totalmente nuevo. Por ejemplo, la nueva línea de vidrio, que llena hasta 36.000 botellas de 341 mililitros por hora: Su principal objetivo era asegurar que el etiquetado y el embalaje fuesen a prueba de cambios futuros. Con la etiquetadora modular Innoket SE se optó por una máquina que procesa diferentes tipos de etiquetas y que se puede ampliar con módulos adicionales en cualquier momento. Otra particularidad de la línea es su enfardadora: Se trata de una máquina KHS Innopack TLM, que se realizó en estrecha colaboración con Schubert, especialista en embalajes con sede en Crailsheim: La solución unida en bloque compuesta de una enfardadora y un equipo de montaje y sellado impresiona por su enorme flexibilidad. Además de bandejas, procesa, por ejemplo, cajas plegables (las denominadas cajas RSC), cestas o cartones artesanales, un Fully-enclosed de cartón macizo. Con las muy diferentes cajas de cartón que se pliegan, pegan y montan, la máquina es un verdadero todoterreno.

En términos de diversidad, que ya distingue a Molson Coors hoy, el final del camino del desarrollo está todavía muy lejos. “Si algo no cambia, el hecho es que tenemos que seguir cambiando”, se ríe David Hamel. “Por eso dependemos de la tecnología que se puede adaptar”. Por un lado, Molson Coors ya produce un enorme surtido con 42 marcas diferentes y más de 250 SKU* en Chilliwack: Además de las marcas clásicas y globales como Coors Original, Coors Light y Molson Canadian, se embotellan y venden especialidades como la cerveza artesanal local Granville Island, una IPA** de la costa oeste.

* SKUs = Stock Keeping Unit, unidad o artículo en stock.
** West Coast IPA = India Pale Ale muy lupulada y a menudo extremadamente amarga, común en la costa oeste de América del Norte.

Por otro lado, una parte integral de la estrategia del grupo es ampliar el surtido para incluir cada vez más bebidas más allá de la cerveza. Este desarrollo ya es evidente en el nombre de la empresa: Desde principios de 2020, el nombre ya no es “Brewing ...”, sino “Beverage Company”. De esta forma, el cambio de únicamente cervecería a fabricante de bebidas es, por así decirlo, oficial. Nuevos en el surtido son, por ejemplo, los productos sin alcohol o con bajo contenido de alcohol, cuya producción requiere procesos similares a los utilizados para la elaboración de cerveza. Esto incluye en particular a Hard Seltzer, que, procedente de EE. UU., goza ahora de una popularidad cada vez mayor en Canadá. Su importancia en el mercado no puede subestimarse, enfatiza Hamel. En consecuencia, Molson Coors está invirtiendo actualmente en América del Norte alrededor de 70 millones de euros en este segmento, con el fin de asegurar una cuota de mercado significativa. Un joint-venture con Hexo, un fabricante canadiense de productos de cannabis, también es prometedor: Bajo el nombre de “Truss”, la empresa conjunta vende bebidas que contienen CBD***, un ingrediente no psicoactivo que se encuentra en la planta de cáñamo. También hay muchas otras categorías como sidra, vino gasificado, licores y bebidas mezcladas, así como el agua de la marca Vyne aromatizada con lúpulo.

*** CBD = Cannabidiol, relajante, antiinflamatorio y cannabinoide de efecto ansiolítico.

Incluso si toda la gama no se embotella en Chilliwack, dado que el enfoque está en la cerveza para el oeste de Canadá, EE. UU., así como Asia y el área Pacífico, la planta ya alcanza una producción de más de un millón de litros por semana, con mucho aire hacia arriba, como enfatiza Hamel.

Se espera la máxima flexibilidad no solo en lo que respecta al etiquetado y al embalaje secundario, sino también a los propios envases. “Ya estamos procesando una amplia gama de botellas, latas y barriles”, explica Hamel. “En el futuro, queremos seguir explotando todas las posibilidades que ofrece el mercado y demandan los consumidores”. En este sentido, parte de la tecnología de envasado es una línea de enlatado suministrada por KHS. El corazón de esto es la Innofill Can DVD, una llenadora de latas que se utiliza aquí para un rango de rendimiento de hasta 72.000 latas por hora. Puede llenar contenedores con un volumen de 236 a 473 mililitros, ya sea en formatos delgados, “sleek” o estándar. Al igual que con la línea de vidrio, el pasteurizador Innopas PISC es parte de la línea, como también el Innopack Kisters TP, en el que las latas de bebida se empaquetan en bandejas. De ahí pasa al paletizado, donde los packs se agrupan con la ayuda de robots Fanuc y se apilan sobre los pallets de despacho, actualmente en 14 formatos diferentes.

La línea de kegs de KHS en Chilliwack, que forma parte del pedido principal, es igualmente adaptable: Permite procesar hasta 240 kegs estándar, delgados y no retornables por hora, de aluminio o PET, y con un volumen de hasta 15, 20, 30, 50 o 58 litros por hora, incluido el paletizado.

En vista del tamaño de la inversión, todos los involucrados debían poder confiar mutuamente al cien por cien durante la instalación y puesta en marcha en primavera y verano de 2019. El margen de tiempo entre la creación de los requisitos estructurales y el inicio de la producción comercial, en la que todos los sistemas deben estar conectados entre sí, es extremadamente pequeño y casi no hay reserva de tiempo o buffer. “Nos beneficiamos de nuestra relación de larga data con KHS, un socio del que estamos seguros de poder desarrollar un proyecto tan grande juntos”, enfatiza Hamel. Durante este tiempo, hemos aprendido mucho sobre lo que se debe tener en cuenta durante las operaciones en curso. Para ello, se ha desarrollado un proceso estructurado para poner a disposición de los empleados propios el know-how de los técnicos de KHS. Esto incluye, por ejemplo, el establecimiento de estándares para una gran cantidad de indicadores de desempeño, que permitan a nuestros propios mecánicos crear condiciones marco ideales en cualquier momento, o poder identificar y corregir rápidamente las desviaciones.

“Cuando se inicia un proyecto como este, naturalmente uno quiere asegurarse de que esté equipado con la mejor y más avanzada tecnología”, enfatiza Hamel. Un aspecto esencial que está íntimamente relacionado con la viabilidad futura de los equipos es el tema de la sostenibilidad con los factores de eficiencia energética y de recursos, así como la huella de CO₂. Molson Coors reivindica un papel pionero en esta área, por ejemplo, recuperando el CO₂ liberado durante la fermentación y reutilizándolo para embotellar bebidas carbonatadas, por nombrar solo un ejemplo. “Para nosotros era sumamente importante que las nuevas líneas cumplieran con ciertos criterios de sostenibilidad que habíamos definido. Queríamos reducir nuestro consumo anterior de energía y agua y, al mismo tiempo, aumentar significativamente nuestra eficiencia”. El resultado de la colaboración también convenció a David Hamel en este sentido: “Las líneas de KHS cumplieron con nuestros estrictos requisitos desde el principio y, lo que es aún más importante, desde entonces hemos podido mejorar aún más los valores de consumo y la disponibilidad”.

Entonces, si los resultados de estos esfuerzos contribuyen a la protección del clima, el medio ambiente inmediato se beneficia: Al igual que gran parte de la Columbia Británica, el valle de Fraser es un paisaje de impresionante belleza en el que a uno le gustaría hacer senderismo o pescar, también en el futuro.